jueves, 1 de febrero de 2018

LA HACIENDA TUMÁN
Por: Enrique CHIRINOS SOTO
Político, periodista y escritor peruano











              Los trabajadores de la Hacienda Tumán han optado, en libre referendum, por dejar de ser cooperativa agraria de producción para convertirse en una sociedad mercantil.
                                              Tumán representa una página muy amplia en la historia del Perú. Fue adquirida por doña Mariana Barrera de Pardo el 25 de mayo de 1872, seis meses antes de que su esposo, don Manuel Pardo y Lavalle, expresidente de la República, fuera asesinado cuando se desempeñaba como Presidente del Senado. Don Manuel Pardo era hijo de don Felipe Pardo y Aliaga, ilustre poeta satírico de corte clásico, así como prominente personaje de nuestra escena pública, con sobresaliente actuación en los regímenes revolucionarios de Felipe Santiago Salaverry y de Manuel Ignacio de Vivanco y en el primer gobierno co constitucional de Ramón Castilla.
Manuel Pardo y Lavalle (1834 - 1878)
Fundador del Partido Civil (Primer partido político del Perú)
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                                             Don Felipe Pardo y Aliaga fue hijo de don Manuel Pardo y Rivadeneira, oidor primero de la Audiencia de Lima y en seguida Regente de la del Cusco. Fue discípulo en España de don Alberto Rodríguez de Lista y Aragón. A la calle que llevaba, en el centro de Madrid, el nombre de Lista se le ha sustituido últimamente por el de don José Ortega y Gasset. Merecido homenaje para el ilustre filósofo, pero no había por qué condenar a Lista al olvido.
                                           Tumán se mantuvo en manos de la familia Pardo en el curso de generaciones sucesivas: de la viuda de don Manuel Pardo, pasó a sus hijos, los Pardo Barrera, unos de estos, don José Pardo Barrera, fue Presidente Constitucional de la República en dos períodos (1904 - 08) y (1915 - 19). Fue derrocado injustamente el 4 de julio de 1919, acusado sin fundamento de preparar una maniobra para arrebatar a don Augusto Bernardino Leguía el triunfo que había obtenido en las urnas y para entregar la presidencia a una de las conspicuas personalidades del Partido Civil, probablemente don Francisco Tudela y Barrera (ex Presidente de la Cámara de Diputados, ex Presidente del Consejo de Ministros, abuelo del actual Ministro de Relaciones Exteriores). Desde el exilio, Pardo negó el cargo. En sus memorias, seguramente se explaya sobre el tema: pero sus descendientes, hasta la fecha no se animan a publicar esas memorias, las que juzgo indispensables para mejor entender nuestra  historia del siglo XX.
Augusto Bernardino Leguía Salcedo (1863 - 1932)
(1908 - 1912) Primer gobierno
(1919 - 1930) Oncenio
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                                              Después de los Pardo y Barrera, han sido propietarios o accionistas de Tumán, los Pardo Heeren (como don Juan, quien fue Ministro de Hacienda en el segundo gobierno de Manuel Prado), así como los Pardo Althaus (don Juan, tocayo y primo-hermano del anterior, era miembro del directorio de La Prensa, al ingresar yo a trabajar en ese diario, como editorialista en 1952; muchos años más tarde, me llamó para que me desempeñara como secretario y asesor legal del comité azucarero en la Sociedad Nacional Agraria); y los Ayulo Pardo (como don Enrique, quien fue muchos años Presidente del Directorio del Banco de Crédito). Mi relación de nietos de don Manuel Pardo no pretende ser exhaustiva aunque bien puedo mencionar el nombre de Francisco Pardo Mesones, al presente congresista de la República.
                                           Don Juan Pardo Heeren fue hombre de múltiples empresas. Le interesó el periodismo y adquirió una cadena de diarios en provincias, el más importante de los cuales fue El Pueblo de Arequipa, que entregó desinteresadamente a abogados arequipeños y democristianos. Gracias a la cual, éstos llegaron al Parlamento en las elecciones de 1956. También se interesó don Juan Pardo por la alta calidad  de la enseñanza superior. Fundó, para ello, la Universidad del Pacífico. A mí, siendo yo muy joven, me invitó a dictar allí un cursillo de Derecho Constitucional. Así me estrené en la enseñanza de esa materia. Pienso que estaba don Juan en carrera para la presidencia de la República; pero la muerte aleve se lo llevó tempranamente.
                                          Al aceptar Pardo Heeren la cartera de Hacienda de manos de Manuel Prado, muchos pensaron en Lima que se había producido una reconciliación histórica entre la familia Pardo y la familia Prado, en el entendido de que los Prado habían conspirado con Leguía contra don José Pardo en 1919. Alguna vez, en conversación íntima con el Presidente Prado, viajando con él en avión a Buenos Aires y sentado yo a su vera, don Manuel me negó vehementemente esa versión. Me dijo que los Prado, en 1914, habían  conspirado con Benavides contra Billinghurst, pero no en 1919 contra Leguía. Al caer Pardo y subir Leguía, la Asamblea Constituyente entonces convocada fue presidida por don Javier Prado, quién había de fallecer súbitamente cuando ejercía el rectorado de San Marcos y se había alejado del régimen. Elegidos diputados don Jorge y don Manuel Prado, fueron sin embargo, deportados por el mismo Leguía. De los Prado se ha dicho que eran la rama borbónica del civilismo; y los del Prado que eran la rama orleanista
                                           Tumán era un muy próspero ingenio azucarero, seguramente el más importante a continuación de Casagrande, este último uno de los mejores del mundo, propiedad de la poderosa familia Gildemeister. Casagrande como Pomalca, Cayaltí, Cartavio y, en Arequipa, Pampablanca (propiedad de la familia Lira) y Chucarapi, antigua propiedad de los López de Romaña, quien sucedió a Piérola en 1899; y entregó constitucionalmente el mando a don Manuel Candamo en 1903, todos los ingenios han escogido libremente transformarse en sociedades mercantiles.
                                             Es la lápida que faltaba para la desastrosa reforma agraria de la dictadura. Hay que señalar, con vergüenza que, entre todos los ingenios expropiados, y lo fueron todos, sólo se pagó la expropiación, en dólares constantes y sonantes, a la firma norteamericana Grace, propietaria de Paramonga y Cayaltí. Los peruanos fueron confiscados -se pretendió efectuar el pago en bonos a veinte años que rendían cuatro por ciento de interés anual-. Con estos despreciables papeles, a los duelos de Tumán se les arrebataron hasta los saldos favorables en dólares en sus cuentas corrientes en bancos norteamericanos. El dinero, en mi entender, es inexpropiable, puesto que la expropiación consiste en pagar con dinero -no otro dinero- sino bienes cuyo valor se calcula también en monedas.
                                         La Reforma Agraria de la dictadura no tuvo por objeto mejorar la producción ni la productividad ni difundir y consolidar la pequeña y la mediana propiedad; no convertir a los proletarios en propietarios. Los proletarios siguieron siendo tales, provistos de un iluso título de propiedad. La Reforma Agraria tuvo, por objeto, según el dictador, "quebrar el espinazo de la oligarquía", y tuvo como resultado inferirle al Perú el mayor desastre que nuestro país ha conocido desde la guerra del Pacífico.
                           



Publicado en:
EL COMERCIO
Sección A
16 de julio de 1996


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