NICOLÁS DE RIBERA: PRIMER ALCALDE DE LIMA.
Autor: Juan Luis Orrego Penagos
Introducción
La vida aventurera de Nicolás de Ribera, el Viejo comienza con Francisco Pizarro, pues fue uno de los famosos de los trece de la isla del Gallo.
En sus casi tres siglos de dominio
hispano, Lima o la Ciudad de los Reyes tuvo
doscientos ochenta y siete alcaldes, que gobernaban durante un año con un
suplente, a semejanza del cabildo de Sevilla. De esa larga lista, el único que
sobrevive en la memoria de algunos limeños es Nicolás de Ribera, apodado El Viejo,
primer alcalde en 1535, año de la fundación española. Repitió
la gestión en cuatro oportunidades más: 1544, 1546, 1549 y 1554.
UN DAMERO
Su historia no queda allí. Sabemos que junto a Diego de Agüero, y bajo las indicaciones topográficas de Juan Tello, Ribera fue uno de los “trazadores” de la nueva urbe. A ellos se debió que Los Reyes fuera diseñada en forma de una cuadrícula o damero, como los campamentos romanos. Debió ser complicado adaptar las 117 manzanas que proyectaron por la prexistencia de adoratorios, caminos y canales prehispánicos. Decidieron arrimar la plaza cerca del río, no al centro del damero, y solo 62 manzanas fueron cuadradas.
Su historia no queda allí. Sabemos que junto a Diego de Agüero, y bajo las indicaciones topográficas de Juan Tello, Ribera fue uno de los “trazadores” de la nueva urbe. A ellos se debió que Los Reyes fuera diseñada en forma de una cuadrícula o damero, como los campamentos romanos. Debió ser complicado adaptar las 117 manzanas que proyectaron por la prexistencia de adoratorios, caminos y canales prehispánicos. Decidieron arrimar la plaza cerca del río, no al centro del damero, y solo 62 manzanas fueron cuadradas.
Asimismo, parece que Ribera fue
determinante para elegir el primer nombre de la ciudad, pues escribió en un
documento que cita José A. del Busto: “se intituló la ciudad de los rreyes
porque fue el día de los rreyes quando salieron a ello”. La original nomenclatura,
pues, se debió a la decisión de erigirla el 6 de enero, festividad de
Reyes.
El siguiente aporte de Ribera a la
ciudad es más complejo, pues fue su autoridad o vecino por casi treinta años,
hasta su muerte en 1563. Tuvo que afrontar las amenazas de las huestes de Manco
Inca así como los pleitos entre pizarristas y almagristas. Recibió al primer
virrey, Blasco Núñez de Vela, pero no aceptó su autoridad y se opuso a la
abolición de las encomiendas, pues había recibido una
repartición de indios en Pisco.
ASPECTO RURAL
La Lima de don Nicolás debió tener un aspecto hosco, con la picota enclavada en la Plaza de Armas con las cabezas decapitadas de los caudillos rebeldes. Una ciudad todavía rural, con senderos arbolados que daban ingreso al damero, con huertas y jardines floridos, ruidosas acequias y casas bajas, de adobe, sobre las que asomaban las bóvedas de los templos, como la primitiva catedral, con sus sencillos campanarios.
La Lima de don Nicolás debió tener un aspecto hosco, con la picota enclavada en la Plaza de Armas con las cabezas decapitadas de los caudillos rebeldes. Una ciudad todavía rural, con senderos arbolados que daban ingreso al damero, con huertas y jardines floridos, ruidosas acequias y casas bajas, de adobe, sobre las que asomaban las bóvedas de los templos, como la primitiva catedral, con sus sencillos campanarios.
EL PRIMER VECINO
Nuestro personaje nació en 1492 en la villa de Olvera (Cádiz). Cuando pasó a Indias se asentó en Panamá. Allí conoció a Pizarro y a Almagro, y pronto se enroló en la empresa del descubrimiento del Perú. Estuvo en el primer viaje como tesorero del rey y en el segundo formó parte de los trece de la isla del Gallo que se negaron a abandonar a Pizarro.
Nuestro personaje nació en 1492 en la villa de Olvera (Cádiz). Cuando pasó a Indias se asentó en Panamá. Allí conoció a Pizarro y a Almagro, y pronto se enroló en la empresa del descubrimiento del Perú. Estuvo en el primer viaje como tesorero del rey y en el segundo formó parte de los trece de la isla del Gallo que se negaron a abandonar a Pizarro.
A su fama de lealtad con la “hueste
perulera”, se añadió la de conciliador, especialmente en las disputas entre
Pizarro y Almagro. No estuvo en la captura de Atahualpa, pero llegó con Almagro
a Cajamarca en 1533. De gobernador de Jauja bajó a la costa y fundó un pueblo
de españoles en Pachacamac y otro en Sangallán, cerca de Pisco, llamado “Lima
la Vieja”. Presenció la ceremonia de fundación de la Ciudad de los Reyes,
aquella mañana calurosa del 18 de enero, y
fue escogido su primer burgomaestre.
El solar que le correspondió se ubicó
al costado de la plazuela de Santo Domingo. La fachada de su casona daba a la
calle de la Veracruz, hoy segunda cuadra del jirón Conde de Superunda, frente
al convento de los frailes dominicos. Luego vivieron allí sus descendientes,
los condes de Santa Ana de las Torres, quienes encargaron labrar la portada de
piedra y tallar los balcones de cajón, que todavía existen, aunque muy
remozados. A su muerte se le sepultó en la primera Catedral, en una capilla
adquirida por él y su esposa, Elvira Dávalos y Solier. Cuando se hizo la nueva
catedral, sus restos fueron trasladados a la Capilla de Santa Ana, en la nave
de la Epístola. Antes de morir fundó, el 13 de mayo de 1556, el
Hospital de Naturales de Ica.
El Comercio
08 de octubre del 2014
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